31 may 2012

El aislamiento del Presidente

El aislamiento del Presidente Al llegar al tercer año de gestión, el Gobierno del presidente Funes carga sobre sí más críticas que elogios. Por un lado, la derecha del país, representada por la gran empresa privada y por Arena, haciendo uso de los grandes medios de comunicación a su servicio, le achaca sin tregua la ineficiencia en la gestión económica. Una gestión que, según ellos, ha ocasionado despilfarro y un severo endeudamiento. Por su parte, el FMLN no se decide entre separarse abiertamente del Gobierno o seguir jugando a sacar rédito político de los logros y desmarcarse críticamente de los fracasos, ensalzar la gestión de sus militantes que son funcionarios y criticar a la administración Funes como si de cosa ajena se tratara. Hay otros sectores de la vida nacional que también han expresado duros señalamientos al Gobierno, pero que, por no perseguir beneficios políticos y/o partidarios, están abiertos a reconocer los posibles aciertos. Cualquiera sea el caso, el presidente Funes y su Gobierno cumplen tres años en medio de un mar de críticas, que arreciaron después de las elecciones de marzo y que han provocado un abierto enfrentamiento entre el mandatario y una buena parte de los actores sociales más activos. A algunos de estos, Mauricio Funes los acusa de vivir de la “nostalgia de los privilegios” obtenidos del ejercicio patrimonial del poder, algo que, según él, ya no tiene cabida en su administración. Así, el mandatario arriba a su tercer año sin el respaldo de los sectores políticos más fuertes del país y sin el apoyo de los que siempre han detentado el poder económico y que con frecuencia han decidido la agenda de nación en base a sus intereses gremiales. En este contexto de aislamiento es que hay que ubicar la multitudinaria concentración realizada el domingo 27 de mayo en las instalaciones del Centro Internacional de Ferias y Convenciones. Días atrás se escuchaba el rumor de que el Presidente haría una demostración de fuerza. Originalmente, se hablaba de una masiva concentración en un estadio de la capital, pero para demostrar fuerza es mejor tener un local pequeño lleno de gente que uno grande medio vacío. La insistencia de Funes en que el acto no sería impulsado y financiado por su Gobierno levantaba suspicacias. Sin embargo, el hecho de que estuvo presente gran parte del gabinete, incluyendo al Vicepresidente de la República —el único representante de la cúpula del FMLN en el acto—, y que las organizaciones convocantes están ligadas de alguna manera a iniciativas del Gobierno son dos puntos que hacen pensar que quien promovió la fiesta fue el mismo agasajado. Las organizaciones que supuestamente organizaron el evento se han aglutinado en lo que denominaron “Unión Nacional para la Defensa y Profundización de los Cambios”, que dice tener el propósito de consolidar y hacer irreversibles los que, de acuerdo al Presidente, son cambios democráticos para el país. En el acto, Funes habló por primera vez de los comicios de 2014 y llamó a derrotar a la oposición, mencionando expresamente a la gran empresa privada y a Arena. No se refirió por su nombre al FMLN, pero la ausencia del partido en el evento y su pública valoración de declararse oposición lo incluirían en las palabras del discurso presidencial. Entonces, según el mandatario, ¿qué alternativa le quedaría al electorado? La respuesta a esta pregunta quedó pendiente. Además, como si estuviera en plena campaña electoral o en el inicio de sus cinco años de gobierno, el Presidente prometió, entre otras cosas, sacar de la pobreza a la familia campesina y trabajar día y noche por traer inversiones productivas que generen empleo de calidad y salarios dignos (no hubo alusión alguna a la Fábrica de Empleos). El Jefe de Estado cumple tres años de gestión sin un solo aliado estratégico de peso dentro del país. A lo mejor, a estas alturas, la ciudadanía organizada sería el mejor socio del Gobierno si otras hubieran sido las políticas. Las promesas que formuló Mauricio Funes este domingo suenan más ilusorias que hace tres años. En este sentido, la concentración de ayer, pensada para demostrar fuerza, es más bien quizás una muestra del aislamiento del Presidente.

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