15 ene 2010

NO MAS ERRORES

tomado de YS UCA

Cada inicio de año se suele conmemorar la firma de los Acuerdos de Paz. Por un lado, desde la lectura oficial de la anterior gestión, estos acuerdos se dieron por finiquitados. Por tanto, más que reflexionar a profundidad sobre estos y sus deudas, se dedicaban ceremonias con el fin de celebrar el cese al fuego.

Por el otro lado, el partido de oposición, también firmante de los Acuerdos, conmemoraba la fecha por su cuenta y resaltaba las deudas pendientes. Similar lectura, más crítica que la del partido, ha sostenido buena parte de la sociedad civil al respecto.

Entre las deudas se destacan el desprecio hacia las víctimas, pues estas no han tenido acceso a la verdad, vía para lograr justicia y luego poder reconciliar a la sociedad salvadoreña, tal como uno de los objetivos del Acuerdo de Ginebra de 1990 señalaba.

Con el cambio de gobierno en 2009, las expectativas sobre un giro al respecto eran altas. No obstante, casos emblemáticos durante el conflicto armado, como el caso Jesuitas, las recomendaciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre cambios legislativos para acceder a la justicia y la demanda por derogar la Ley de Amnistía General no han sido abordados por el nuevo gobierno con la seriedad, valentía y compromiso requeridos.

Ya en esos 6 meses de gestión, el presidente Funes y su gabinete no han mandado señales claras sobre importantes demandas como la derogación de la Ley de Amnistía. Ciertamente es una competencia legislativa que corresponde a los partidos dentro del congreso, pero no debe olvidar que la potestad para formular leyes también descansa en el gabinete ejecutivo y, por supuesto, en el partido FMLN.

Medidas básicas como la petición de perdón público por los hechos del pasado siguen siendo una aspiración para los familiares de las víctimas. No se diga el tema de la reparación moral, simbólica y material para estas.

Todo apunta a que el pragmatismo impera en la toma de decisiones y apuestas políticas del nuevo gobierno.

El horizonte, como ya se ha insistido, deben ser las víctimas y sus intereses, no si las medidas son convenientes para cierto grupo o produce réditos electorales. El acceso a la verdad y la construcción de justicia pasan por el compromiso férreo y el respeto absoluto a la dignidad humana.

Como anunciaba en su primer discurso Funes, la idea del cambio abanderada por él y su gabinete no debía prestarse a errores, pero en temas sensibles como este, no solo han cometido errores, sino que estos son los mismos que la derecha representada en ARENA cometió durante su gestión.

La rectificación de estos errores depende de la sociedad. A pocos días de conmemorar los 18 años de los Acuerdos de Paz, es necesario que esta reflexione sobre su historia y exija a las autoridades compromisos serios, en otras palabras, un verdadero cambio.

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